Todo comenzó como las cosas que no tienen mucho sentido, unos tropezones, tragos coquetos y la insistencia de ver lo que nadie más veía, o la necesidad de saber que había algo que nunca hubo.
Todos nos
resistimos al tiempo, se va mermando la carne, el aliento y los pensamientos.
Tenemos caducidad pues.
Solo que, a
veces, ojalá, los instantes duraran un poco más, ojalá que fueran constantes. La
persistencia nos vuelve sobrevivientes del caos y de nosotros.
Nos resistimos
a lo cotidiano y, sin embargo, buscamos ansiosamente el reposo.
Nada tiene sentido de no ser por los altibajos que la vida
nos da, galopamos al ritmo de lo que creemos necesitar, los objetivos no son
claros si de felicidad se trata, hay quienes bailotean en un vaivén de carne,
hay otros, que lo hacen entre las olas de lo efímero, moviéndonos andamos en la
persistencia de lo vivido.
Así pues, entristecidamente Jiz.
P.D. y me quede esperando … en el sublime acto de la
indiferencia, por lo menos un adiós.
P.D. 2. Ni que decir de la resistencia de partir. Te amo.