Humanos jugando a ser Dioses, todos calificamos como mercancías, unas más caras otras hasta sin precio.
Hay de todo en el mercado actual, y cuando digo todo es muy, totalmente literal.
Es curioso que la permanencia de lo humano sea extinguido entre discursos de inclusión, cuando lo menos que hacemos es eso.
Incluimos pero no aceptamos. Abrazamos la diferencia pero queremos ser iguales.
¿Que hay de malo en no encajar?
La obsolescencia programada desde finales de la década de los 80 permea, incluso en las relaciones humanas. Primero con el tema de las tecnologías que, nos dijeron parten de ciclos de producción que permiten alimentar un sistema que nunca termina: consumo = capital.
Luego pues, eso que consumimos de manera masiva es lo que de pronto , incluye la moda, en mujeres y hombres codificados y reducidos a cuerpos perfectos y carteras tan anchas como su ego.
Y, que son desechables, y que son repuestos de agujeros interminables.
Coleccionan encuentros fugaces, números de fans,
Nos volvemos obsoletos, cuando envejecemos, cuando ya no somos productivos, cuando dejamos de dar (dinero, culo, belleza)
Somos obsoletos, ridículamente solos con tanta gente alrededor, Extraordinariamente huecos con tanto que acumulamos.
Jiz
P.D. Lo desechable parte de la velocidad de consumo, ¡Llevelo, llevelo!
P.D. También hay humanos, reciclados, reusados y reutilizables ja!
O j a l á y regresemos a la dulzura de ser irremplazables.