Se levanto la falda acalorada, las piernas le sudaban tanto como la frente, después de haber caminado unos metros con el sol a cuestas.
Llego a casa, cogió el pozuelo con agua fresca y lo bebió en un solo sorbo, se recostó en el catre la ventana abierta le permitía refrescarse con el aire que lograba colarse.
Comenzó a soñar con nubes de colores que dejaban caer gotitas en forma de estrellas, le manchaban la piel. Veía figuras ensordecedoras en sus manos, en los muslos y uno que otro en la cara, reía al sentir que en la espalda tenía algunos bichos que la levantaban del piso.
De pronto comenzó a flotar su piel ya rozaba esas nubes que le dejaban manchas de colores, en una nube dejo su faldón, en otra la blusa hasta quedar completamente desnuda, volando.
Llego a un extraño lugar, en el que ella sabia había estado hacia tiempo, desnuda con un ángel que le musitaba algunas cosas un tanto impropias al oído, pero le hacían cosquillitas, esas que alguna vez también había sentido, el ángel se acerco a tocarle despacio, ella sudaba violeta, abría la boca tratando de comerse el aliento, sus manos tocaban las alas y la espalda perfecta, el ángel ahora sudaba rojo, en una nube de seda se enredaron al calor de los colores mas insospechados, se retorcían en un juego de calor incalculable, el ángel besaba cada uno de sus huecos, haciendo que ella gimiera de forma placentera, comenzó a llover y la nube desaparecía de a poco; de pronto cuando sus bocas se encontraban en un beso que llevaba a ella al clímax, la nube se disolvió y ella con un chorro de agua cayendo de su entrepierna caía al mas grande de los abismos, volteo al cielo y el ángel le dijo me llamo lujuria.
Cayo, y despertó sonriente, espera cada noche a lujuria aun cuando su cara y su forma no sea precisamente angelical.