martes, 8 de marzo de 2011

Maria

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Mamá te amo y respeto profundamente aun cuando se que no estas de acuerdo con mis ideas o la forma en la que conduzco mi vida, gracias por ser y existir.

Mis amigas, son grandes niñas todas y cada una de ustedes, han sido para mi un gran apoyo en tiempos difíciles y al mismo tiempo han sido un verdadero desmadre, las quiero por ser diferentes, por ser simplemente mujeres.

Ser mujer en estos días es difícil, no solo por la violencia que prevalece (desafortunadamente en muchos lugares de este México tan maravilloso y lleno de contrastes); si no porque hay que ser madre, amiga, amante, pareja, confidente, hija, hermana.

En teoría ser mujer es fácil, nacemos todas con un extraño y poco comprensivo umbral del dolor, sabemos controlar el miedo a la sangre, estamos genéticamente programadas para realizar dos actividades a la vez, sabemos, unas mas que otras, manejar nuestros “encantos” para que el sexo opuesto haga lo que necesitamos.

Lo malo es que pocas sabemos trabajar en equipo, somos susceptibles a la mercadotecnia, y que somos 100% hormonales.

Aun con todo eso es delicioso ser mujer, saber que puedes ser objeto del deseo…

María nació en Veracruz, fue la hija mayor, un año mas tarde nació Celia, y la familia se quedo así con dos hijas, en un rancho postrado en la sierra huasteca, es difícil ser mujer por que el apellido no perdura.

Pasó el tiempo y el padre se hizo viejo, María tomo las riendas de la casa, se fue al potrero a arrear las vacas, bebía refino (aguardiente) y fumaba puro.

Una vez María fue a un baile con su familia, ya ahí un hombre se acerco a ella con una charola de comida, la cual ella acepto sin dudarlo, de pronto Venancio, su padre salió corriendo y devolvió la charola y la regaño.

María asustada le pregunto que era lo que sucedía, y el le explico que debía devolverla porque si no eso significaba que aceptaba formalizar con ese hombre, o sea aceptaba casarse.

Ella decidió no hacerlo, nunca se caso, entrego su vida a su familia; su hermana Celia se casó con Leonel, un hombre muchos años mayor y tuvieron 5 hijos, el mas grande murió, quedando vivos: Narciso, Romana, Isaac y Sabina.

María ayudo a la crianza no solo de ellos sino también de sus hijos, festejamos su cumpleaños fue el numero 90, le llevaron mariachis, se hizo la comilona, sus nietos estuvimos ahí celebrándole, ella tenia su mirada cansada, se fue a recostar y algún tiempo después me recosté con ella y la abrace, me gustaba dormir con ella, y me dijo, muchas cosas que me dejaron pensando largo tiempo, lo primerito fue que me explico que estaba muy a gusto pero que desafortunadamente seria el último cumpleaños que pasaba con nosotros, que ella estaba muy cansada y lo otro fue que besara muchas bocas, fumara tabaco puro y bebiera aguardiente, pero lo mas importante fue que debía vivir lo que yo deseara vivir y como fuera posible debía buscar ser feliz.

No volvimos a hablar, la volví a ver dentro de un ataúd para finales de abril. Hoy intento eso, y pienso todos deberíamos hacerlo, ser feliz.

¡Feliz día de la mujer cabrona!









1 comentario:

la MaLquEridA dijo...

Bien por María porque esa clase de mujeres son las que se necesitan para sacar adelante a este país.

No me gusta celebrar el Día de la Mujer pero si es de la mujer Cabrona entonces le entro.


Saludos.

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