“Sea esta la última vez que nombro tu ausencia” murmuraba Rocío mientras el tipo en turno se zangoloteaba encima de ella, con los ojos cerrados concentrado en ir y venir.
Tiempo atrás se había prometido a sí misma no caer de nuevo
en la tentación, pero el territorio de la carne es lo único que le alumbra,
saber los colores y la forma en la que los hombres deseados murmuran y
revientan.
Rocío tenía en una memoria sin precedentes, recordaba a
la perfección cada uno de los hombres con los que había compartido. Recordaba
tatuajes, lunares, gemidos, gestos e incluso aromas.
Esas sombras sobre su cuerpo la hacían brillar, recordar a
cada uno de esos amantes le permitía la ensoñación de seguir en la búsqueda perpetua
del amante perfecto.
Ese que siempre le bajara las bragas y la hiciera gemir,
aquel pues que lea de a poco en su piel, se entretenga un largo rato en verla,
desearla y besarle cada uno de sus lunares.
Termino en un quejido descomunal el hombre, y ella
deseando la sombra se quede mucho tiempo.
¿Será que el deseo deba tener límites? ¿la memoria de la
carne trasgrede el silencio?
Los demonios comen piel y eructan orgasmos.
By Jiz
P.D. I love an Angel instead!
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