miércoles, 16 de octubre de 2024

Raices.

 El aire se llena de incienso y a lo lejos las hojas del cempasúchil se arremolinan, los pasos silenciosos de los que partieron dejando huellas de vida.

Las memorias de los muertos cobran vida en las ofrendas de sal, agua, incienso. Su imagen se regocija alrededor de las mesas de los vivos, regresan a vernos y hacernos sentir un poquito menos solos.

El ambiente se huele de nostalgia, mientras que las veladoras nos alumbran la conciencia, los pabilos bailarines nos anuncian cual campanadas que han llegado los abuelos. En mi casa se arremolinan las tradiciones, la huasteca con sabor a zacahuil y la otomí con sabor a mole y tamales de haba, aguardiente y un poquito de pulque para honrar a mis abuelos, el tabaco de la Tía María.

De las almas recordamos el abrazo de cuando vivos, cada año perdemos, cada año ganamos o abonamos o, o, o…

Ojalá la muerte no nos agarre descobijados de memoria, ojalá nos llegue bailando, gozándola para no tener la angustia de no haber sido feliz, ojalá que nos llegue riendo, ojalá nos avise para aprender a vivir con ganas. Ojalá las raíces no se evaporen entre inoportunas conquistas, ojalá que haya más ojalas.

Esperanzada mente.

Jiz

P.D. Nadxielli mi bien, tu luz está en casa.

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