viernes, 28 de octubre de 2011

Cuento de cuna para monstruos verdes.





Todas las noches Ana se acostaba a dormir siempre a la misma hora, siempre con la misma pijama, incluso con  la misma angustia y hasta el mismo cansancio.
Ese día parecía diferente se lavo la  cara y verifico 10 veces seguidas que la puerta quedará bien  cerrada, checo cada una de las chapas y coloco un par de candados extras. Regreso a la habitación,  se  lavo las manos hasta los codos y aplico un poco de gel desinfectante por  aquello de que hubiese quedado alguna  bacteria… acomodó como siempre varias veces los cojines, prendió la televisión y recorrió toda la programación pero al final, y como siempre, le dejo en el programa que le aburría pero con el que lograba conciliar el sueño.
Se durmió como siempre cobijada hasta la nariz, con las manos sobre el pecho y los ojos bien apretados para no sentir como todas las noches esa extraña sensación  de frialdad.
Le aterraba  despertar por la madrugada y ver, como siempre que su cama no era suya y tampoco  sus manos, ni el  pelo y menos su cuerpo; que apenas y quedaba su aroma en esa habitación de madera humedecida y terciopelo rojo en el techo, tan pequeña que no podía ni voltearse, alguna vez intento dormir boca abajo pero el resultado fue desastroso y es que  termino aplastando uno que otro gusano que habitaba debajo de ella, cuando comenzó a aplastarlos se reviso sus manos todas huesudas que tenían  residuos de algo blanco y pegajoso, pensó que  si se volteaba  boca abajo terminaría comiendo los restos de esos  gusanos o que alguno de ellos terminaría metiéndosele por la nariz o que tal en los oídos, y que tal vez alguno de ellos  comenzaría a carcomer de a poco los sesos y luego los huesos, lo que Ana no sabía es que tarde o temprano los gusanos  llegarían a hacerlo   sin compadecerse de pensar en su pelo o en si sus ojos eran los más maravillosos, según palabras de Juan el muchacho que la pretendía y termino casándose con su prima lejana.
Siempre despertaba con la misma sensación, la misma cara de desvelo y la misma angustia con la que había dormido, así que un día decidió hacer algo al respecto, decidió no volver a dormir salió a la calle y compro un gotero de LSD tomo un poco, pero cuando la sensación de las luces, los colores y las formas comenzó decidió ponerle un poquito más; se puso en los ojos, en la nariz y en la boca, termino hablando con los caracoles y moría de risa cuando les contaba a los gusanos  que ella los aplastaría para no dejarlos entrar en su cabeza, un poco más tarde estaba abrazada a las nubes sintiendo como algunas la llevaban a China otras la invitaban a la Luna, viaje que declino porque suponía se requería pasaporte y por el momento no lo había tramitado,  alguna  de las nubes la invito a visitar los arcoíris, pero tampoco quiso porque pensó que si los gnomos esconden el dinero entonces no son gente de fiar.
Intento regresar a casa tenía mucho sueño, se quedo tendida en algún lugar, muchas horas más tarde abrió los ojos y observo que su cuarto seguía  siendo el mismo; la madera seguía húmeda y el techo conservaba el terciopelo rojo, sus manos seguían en la misma posición y continuaba tapada hasta la nariz y por vez primera se sintió aliviada de estar ahí así como siempre porque al final es reconfortante saber que aun cuando tengas gusanos alrededor es bueno tener una familia.

Aprovechando que se aproxima el día de muertos, saludos a todos los que siguen medio vivos, a las brujas, vampiros y todo ser de oscuridad.
AAAAAAAA y Feliz feliz cumpleaños a miiiiiiiiiiiiiii!

1 comentario:

la MaLquEridA dijo...

¿Feliz cumpleaños a ti?

No sabía que era tu cumple pero ya sabíendolo te dejo un abrazo muy fuerte y quiero decirte que me gustó mucho este cuento, más la segunda parte, estuvo bueno.


Un abrazo de nuevo.

Etiquetas