martes, 27 de marzo de 2012

Cuento

En un lugar muy pero muy lejano vivía un príncipe que era un marrano, cada que podía tiraba basura, por donde pasaba dejaba un rastro de chicles, un rastro taaaan largo que cuando pasaba alguien más se quedaba prácticamente pegado al suelo, hasta que los sirvientes llegaban a despegarlos con una enorme pala, aunque había algunos que no corrían con la misma suerte y tenían que dejar sus zapatos.

Una vez todo el pueblo se enfermo pues el príncipe junto a sus amigos y realizo un concurso de escupitajos, el ganador seria quien escupiera lo más alejado posible y se ganaría que pusieran un monumento en medio de la plaza principal, entonces reunió como a 20 de los más grandes amigos y familiares, comenzó el concurso:

"Damas y caballeros por vez primera el pueblo de Mugrelandia celebrara el concurso internacional de escupitajos" Toda la gente estaba contenta y aplaudían, los concursantes sacaron lo mejor de ellos pues acumulaban grandes cantidades de saliva metían aire y "tup" escupían tan lejos como podían, algunos llegaban a unos cuantos centímetros, pero dos de ellos y particularmente uno que tenia gripa escupió tanto y tan lejos que salpico a los presentes, todos le dieron la mano y se tomaron fotos pues querían tener un recuerdo de él.

Al final del concurso y bastante mormado agradeció a Mugrelandia prometiendo regresaría pronto a inaugurar su monumento.

Al pasar de los días la gente comenzó a enfermar, tenían los ojos llorosos y la nariz hinchada, los niños dejaron de ir a la escuela, la gente dejo de trabajar pues la gripa que les dio era tan fuerte que no podían levantarse de la cama.

Las mamás muy preocupadas salieron a la calle a reunirse y ver que es lo que ocurría, cuando salieron encontraron que la ciudad estaba hecha un desastre las calles estaban llenas de basura, olía a podrido en todos lados, y la cantidad de moscas, cucarachas y ratas era impresionante.

Las mamás al ver cuanta basura había tirada entendieron que el pueblo se había enfermado porque le gente no recogía ni separaba la basura, haciendo que ese lugar fuera inhabitable, recordaron que el ganador del concurso estaba enfermo y al haber escupido tanto y tan fuerte lo único que había logrado era contagiarlos a todos, formaron equipos unos se encargarían se levantar la basura y separarla, otros de barrer, hubo un equipo que se dedico a despegar los chicles, que no eran pocos, al pasar de los días los que habían estado enfermos comenzaron a integrarse y el pueblo se veía diferente.

Un día el príncipe salió a caminar y comenzó a gritar: "¿Qué ha pasado aquí?, ¿dónde está mi bellísimo camino de chicles?" y justo cuando él iba a tirar un chicle de nuevo, el pueblo completo se molesto tanto que le reclamaron, le dijeron que debido a su mal ejemplo todos habían caído enfermos, la Reina que no estaba enterada de eso, le impuso como castigo: bañarse, olía tan mal que tardaron tres días en quitarle toda la mugre que tenia acumulada, claro que cuando salió pudo darse cuenta de que las ronchitas que tenía en los brazos se le habían quitado mágicamente con el baño.

Desde entonces el pueblo de Mugrelandia no volvió a ser el mismo, la gente levantaba la basura y ponía en su lugar, habían impuesto multas a quienes escupieran, así como a la gente que estando enferma no se tapara la boca al toser o estornudar.

Hoy día los pobladores están pensando seriamente en cambiar el nombre de su pueblo, y colorín colorado este cuento se ha terminado.

 



1 comentario:

..Tânâthos .. dijo...

que lindo cuento, hasta me dio ganas de pasarselo a dos que tres personas sucias que conozco para que haber si asi dejan de tirar tanta basura.

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