martes, 10 de junio de 2014

Ninfa



No se a ciencia cierta cuando comenzó esa inquietud insana,
lo cierto es que aún hoy día lo hago insistentemente cada mañana, 
a cada oportunidad que tenga.
Primero el cosquilleo que alborota mi cabello, 
la caricia atrapada entre los muslos, 
se encorva la espalda
 acompañada de la sensación de ahogo, 
tranquila
 respiro
 ya las pupilas se dilatan 
 de mi boca salen un puñado de rosas; 
los pezones sonrojados, 
expuestos, 
jadeos...
Saboreo la humedad en los labios...
el rezo habitual del cuerpo, 
la forma en que un grito se vuelve eco, 
resonancia de vida y de muerte.









Cadenciosamente Jiz


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