jueves, 7 de diciembre de 2023

Pesadilla

 A veces las cosas que imaginábamos de niños se vuelven pesadillas, de esas que son así como culerillas, demasiado real, demasiado crudo, así como es la vida pues.

Me quedo un aroma a hombre en mi piel, bien impregnado, es un hombre de esos de mirada profunda, ojos forrados de pestañas largas y una historia digna para ser oída más de una vez, preferentemente al oído

La primera vez que le vi me gusto su forma, desfachatado, así valiendo madre, modo mamon activado, (rinnnnn mi alarma del gusto se activó). Platicamos y luego de un par de días terminamos encamados, no estuvo mal, pensé, un poco apresurado el asunto, pero sabroso.

Los placeres son cosas que debemos limitar, no al extremo, solo comerlos como delicados bocadillos que necesitamos no se terminen tan rápido. Así pues, el sexo. Eso pensaba hasta que corrí a sus brazos en una escapada extrema, pinche adrenalina que nomás nubla los ojos, escape apenas pude y corrí cual adolescente a verlo, aunque fuera despeinado, o malhumorado solo sea por olerlo y sentirlo. ¿Y si no se repite?, murmuraba mi cabeza, y ¿si nomas es un coto? El caso es que fui a verlo, su desnudez me atormenta, llevo días soñando con él y recordando su aroma.

Hablamos de cosas sin sentido, otras más interesantes

Es… es el diablo, pensé, se disfrazó de deseo. Pasan los días y tengo claro que esto no es algo duradero, ni si quiera pienso en que mañana aparezca en mis sueños.

Tal vez no lo vea de nuevo, o quizás nos encontremos en algún sitio, pero la huella de cada cual, permanece por lo menos hasta donde llega el olvido. Este nunca está cerca, siempre está latente en lo subjetivo del tiempo y en la indecencia de la hervidera de sangre.

Mi pesadilla más recurrente es dejar de tener tiempo, este año en particular ha sido lleno de momentos duros, de alguna forma ya me acostumbré a la huella del olvido. A ese hueco soberbio que deja el amor.

Es la insistencia de mantenerme drogada de dopamina y de esas sustancias que solo el enamoramiento pendejo permite a la corteza cerebral mantenerse en vilo. Mi pesadilla es dejar de soñar en momentos, aromas, dejar de vivir pues. La tanatologa dice que debo traer a la vida de nuevo esos pequeños terrores extremos y dejar de pelear con ellos, hacerlos mis cercanos, al enemigo se le mantiene cerca, no lejos, se le mira y enamora hasta que podamos enterrarle en la venganza de la sonrisa.

Brillosamente Jiz.

Tuve cáncer, soy libre de ese monstruo, aun me faltan matar algunos otros demonios, por el momento brillare como luciérnaga, espero el tercer ojo (y no de pescado) aparezca sin temor y que esta luz destellante permanezca, por lo menos, hasta que mi cuerpo decida dejar de hacerlo.

Gracias, a ti por irte, a ti por llegar, a ti por permanecer y a ti por hacerme sonreír.

No hay comentarios:

Etiquetas