Hoy por la mañana desperté jadeando, sudorosa y con los pezones endurecidos, me puse furiosa de no haber poder terminado el sueño. Estaba ese hombre barbado con su furia montándome de una manera rítmica, pausaba, hablaba fuerte y seguía contoneando sus caderas, furioso grito y ahí desperté. Aun no olvido sus ojos ni la sensación de las gotas de sudor cayendo en mi cara.
Cada primer beso es un instante mágico, podría recordar
todos y volverme a derrumbar en esos labios.
Los tiernos, los mordelones, los que son previo al quitarnos
la ropa, los del momento, siempre, siempre intento recordar la desnudez, los
lunares, la mirada, la nariz, los tatuajes, sus gemidos. Al paso del tiempo me
he vuelto coleccionista de aromas y expresiones.
Ya luego, me recreo la mente, los repaso en silencio, todos
ellos son hermosos. Lo más extraordinario de mi memoria es que vuelvo a sentir
lo mismo. La perfección humana radica en las imperfecciones precisas, las
narices, los dientes chuecos, las cicatrices, su andar.
Después de la última vez siempre queda la esperanza de
volver, ¿a qué? A todo y para todo. Cada uno se ha llevado un poco de mi
esencia y de mi amor.
Apenas pensaba en que era una lástima que las cosas no
funcionaran como me hubiera gustado, culpe mi manera de amar, también a la luna
en su angustioso andar, y no, no es mi irracional manera de darme, tampoco es
culpa de los otros, solo es, que, quizás aún me falta besar (te).
No, no estoy sola, me acompaña tu recuerdo.
Happy birthday Jiz!
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